Los estudios muestran que las viviendas colaborativas de personas mayores son alternativas viables y beneficiosas, pero es necesario estudiar su idiosincrasia en el contexto español
En países en los que la vivienda colaborativa de personas mayores lleva más tiempo desarrollándose se ha constatado que combate la soledad y el aislamiento, aumenta la participación y el empoderamiento ciudadano de las personas mayores (Habert 2009; Thomas Blanchart 2009; Brenton 2012) y que estos aspectos se relacionan positivamente con un envejecimiento más saludable y por consiguiente con un menor consumo de recursos socio-sanitarios (Choi 2004; Choi and Paulsson 2011; Andresen and Runge 2002, Forbes 2002; Fromm and de Jong, 2009; Glass, 2009). Los datos que estos estudios han puesto sobre la mesa han servido a los colectivos de personas mayores implicados para incrementar la visibilidad de sus proyectos e incrementar el apoyo de la administración pública. Sin embargo, estos mismos estudios revelan que las diferencias entre países y entre proyectos son muy notables (ver Labit 2015) y por tanto que es fundamental conocer cuál es la idiosincrasia de los proyectos que se están desarrollando en España.
MOVICOMA es el primer estudio del movimiento de viviendas colaborativas de personas mayores en España.
A pesar de que buena parte de los proyectos de vivienda colaborativa de personas mayores están teniendo una importante repercusión en los medios de comunicación, la comunidad académica y científica en España sigue sin prestarle suficiente atención a día de hoy. Este proyecto de investigación será el primero en estudiar el movimiento de las viviendas colaborativas para personas mayores en el estado español.
Las viviendas colaborativas de personas mayores son innovaciones alternativas y comunitarias frente a la crisis de los cuidados.
En contraste con el persistente asistencialismo que aún vemos en las tecnologías para el envejecimiento activo, dónde las personas mayores se definen por sus carencias y por ser “beneficiarias” de soluciones que otros inventan y proporcionan, la emergencia de las viviendas colaborativas para personas mayores parecen apuntar a un cambio importante en las formas de innovar y de entender y vivir la vejez. Se trata de una respuesta innovadora generada por las propia ciudadanía a una problemática de amplio alcance social que nos afecta a todos y todas. Estos colectivos rechazan las soluciones que han previsto para ellos y el modo en el que se le define como mayores: no quieren ir a una residencia, tampoco depender de los hijos, ni envejecer en su propia casa en soledad. Estas viviendas representan una innovación alternativa para la vejez no sólo por el modo en el que se lleva a cabo (son las propias personas implicadas las que piensan y ponen en práctica en ellos mismos las soluciones que necesitan), sino también porque supone la exploración y construcción de formas alternativas de envejecer, de cuidar y de participar.